Para mí, sin duda una, era el entrenador con más carisma que teníamos en Primera División, y un hombre que ha dado tanto al Sporting no se merece una destitución tan precipitada, sobre todo después de tantas situaciones críticas que ya ha vivido el club con el míster en el banquillo. Las probabilidades de que los de Gijón desciendan este año se han incrementado notablemente, sea quien sea el sustituto, porque solo Preciado sabe controlar los líos en los que se mete. Es cierto que le gustaba saborear frivolidad como intercambiar los papeles de suplente y titular con excesiva frecuencia, o arriesgar con posiciones, y todo eso se iba pagando poco a poco. Pero, de momento, el equipo sigue en primera, y todas las remontadas de final de campaña han sido gracias a él.

Por otra parte, el técnico se mostró agradecido a los aficionados y defendió el cariño que siente hacia su club: "Lamento si hice algo mal, seré de este equipo toda mi vida. Seré socio
del Sporting hasta que me muera. Que todos ayuden al club".

Quizá el Sporting no se merece vivir al filo del acantilado durante tantos años, y por eso han querido buscar la estabilidad en un nuevo míster, estabilidad que se consigue descansando en posiciones de media tabla, alejados del descenso pero... ¿en Primera, o en Segunda? Ahí está la clave.
Personalmente me pregunto cuándo será la próxima vez que veamos un entrenador seis años consecutivos en el mismo equipo, a las buenas y a las malas, y no por un 2-0 estar en la calle. ¿No miramos a Inglaterra? ¿Cuántas veces Sir Alex Ferguson ha sufrido lo insufrible y ahí se mantiene? Pero no sólo él, sino el entrenador más normal aguanta sus cinco años (vease Benítez) y el que se marcha rápido al menos acaba las temporadas. En fin, quizá Guardiola es el que más se acerca a este modelo, otros dicen que su duración en el banquillo del Barcelona tiene los días contados -no será por mal rendimiento-.
De todos modos, volviendo al tema de la entrada, la destitución de Preciado me hace recordar la que hace apenas unas semanas se produjo, esta vez de Fabri, algo aún más significativo. Un hombre que, sin ánimo de menospreciar al Granada, cogió un equipucho de Segunda B y en dos años está jugando en el Bernabeu, merece más crédito del que se le ha dado. Es conocida mi no excesivo cariño con los granadinos, pero Fabri es uno de los hombres que mejor me resultaban del conjunto (otro es Geijo, por ejemplo). Y vale que medio Granada es el Udinese, y que subieron a contrapronostico, pero en Primera ni siquiera se ha mantenido en zona de descenso, simplemente en mitad inferior de tabla, algo más que esperable, pero para un recién ascendido de la categoría del Granada, no sé si esperan estar peleando por la Champions, quizá sí. La cosa es que Fadri fue el héroe de Granada, y ahora, en dos patadas, se pone a otro, que puede hacerlo mejor, pero no tiene la satisfacción del trabajo bien hecho a sus espaldas.
Tema aparte, las directivas siempre influyen, y desconocemos qué problemillas habrán tenido ambos entrenadores con sendos presidentes, la relación entre el club y el míster... hay muchos mundos ocultos detrás de lo que las cámaras nos quieren enseñar, pero mientras vivamos en esa ignorancia, sólo podemos reclamar abiertamente que la destitución de dos hombres que han dado todo por sus clubes y han hecho recuperar la ilusión a aficciones que dormían en el letargo, es ciertamente ilógica, y por qué no decirlo, INJUSTA.
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