sábado, 16 de octubre de 2010

Un año sin el más grande

 Hace ya un año que se nos fue el más grande, el mejor para muchos, indiscutiblemente el más original para cualquiera, comentarista que ha dado este país. Como contaron los periódicos deportivos, Andres Montés se nos fue hace hoy un año. ¿Qué aficionado al deporte no ha visto partidos y partidos acompañados por su carismática voz? ¿Qué fan de la NBA no se levantaba a las tantas porque con él un partido a priori aburrido se convertía en una auténtica fiesta? Uno de sus sueños fue ver a la España de Baloncesto, su deporte favorito sin ninguna duda, alzarse como Campeona del Mundo en 2006, retransmisión de la que comentó cada encuentro en Saitama hace algo más de cuatro años. También le habría encantado ver a la otra selección máxima hacerse Campeona del Mundo, seguro que muchos pensaron en él para dedicárle el triunfo.

El 16 de octubre de 2009 nos robó un pedazo de nosotros mismos con el fallecimiento de Andrés Montes, la voz del baloncesto en España y uno de los periodistas más geniales, carismáticos y originales que jamás ha visto nuestro país.
El viernes por la tarde empezó a correr por todas las redacciones de España el rumor de que había fallecido Andrés Montes, noticia que horas más tarde confirmó la agencia EFE.
La noticia, por inesperada (tenía 53 años), sobrepasó el ámbito deportivo y conmocionó a buena parte de la sociedad española.
Para una generación Andrés Montes será el tipo que junto a Siro López logró convertir en legendarias las retransmisiones de partidos de baloncesto en Antena 3 radio, otros mamaron el fútbol con sus originales narraciones futboleras desde las frías gradas del Calderón, la gran mayoría se enganchó a la NBA gracias al 'Jugón' y su particular forma 'vender la moto' de la NBA y en su última etapa televisiva trasladó su estilo del 'tiki-taka' a la Liga de fútbol.
Ya ha pasado un año desde su muerte y el mundo del deporte en general, y del fútbol y del baloncesto en particular, le sigue añorando.
Nadie volverá a lucir una pajarita como él.


A continuación pegaré el artículo que, el también mítico Antoni Daimiel, con el que comentaba aquellos partidos de NBA de madrugada en los 90, dedicó a la memoria de Andrés. Marca lo publicó días después del fallecimiento; merece la pena leerlo, aquí os lo dejo:

Andrés Montes, según su amigo Daimiel

Recuerda perfectamente el día que lo vio, mucho tiempo antes de que empezaran a trabajar juntos. Más de 15 años después, su amistad era verdaderamente especial. Antoni Daimiel habla para MARCA.com sobre Andrés Montes. Pocos lo conocían tanto.

Para todos nosotros, Antoni Daimiel fue 'Crónica en Rosa' porque el mote se lo puso el mejor. Nadie ha compartido más horas en plató con Montes, y muy pocos lo conocen más íntimamente. Quizá nadie. Hasta el último día, Daimiel recibió la llamada diaria de su pareja de hecho. Para hablar, para preguntar. Para lo que fuera. "Tenía pocos amigos porque era él quien te elegía. Era muy exigente con los amigos, ponía el listón alto. Eso sí, cuando te elegía, no te podías negar", dice el periodista de Digital +.
La primera vez que lo vio, en una terraza cerca del Sánchez Pizjuán (Antoni era un 'machaca' de 'El Día Después', Montes radiaba), comieron juntos con otros periodistas y ya le hizo gracia. Al tiempo estaban sentados en un plató, inventando, dándole la vuelta a la forma de narrar un partido de lo que fuera. "En nuestro primer viaje juntos, al All Star de San Antonio, me sorprendió lo que me dijo: 'Daimiel, para lo joven que eres, qué serio y calmado eres. Pareces más mayor", dice Antoni. Y así comenzó la amistad.
Conocer a Andrés Montes es conocer su vida. Nacido de madre cubana y padre gallego, ella, virtuosa pianista llamada Zenaida Manfugás, lo dejó criarse con Lore, un ama de cría, mientras ella recorría el mundo de recital en recital. Cuando su madre biológica volvió a buscarlo, ya adolescente, Montes la rechazó. Lore era su madre. "Cuando ella viene a España, la Reina va a los recitales", contaba Montes a sus más íntimos sobre la mujer a la que no llamaba madre.
En su casa de la calle Hortaleza de Madrid creció un niño negro en el Madrid de los años 60. "Él siempre contaba que iba en el autobús y, aunque había gente de pie, nadie se sentaba a su lado. Mantenía que España era un país racista, sólo que hasta los 90 apenas había gente de otras razas. Que si esto hubiera sido Francia, hubiera sido diferente", cuenta Daimiel. Así, desarrolló un orgullo de raza importante: "Cuando estuvimos en Atlanta y Memphis, lo vi emocionado en la casa donde nació Martin Luther King y en el Motel Lorraine, donde fue asesinado", relata su amigo.
Así, creció en Montes una personalidad peculiar. Enamorado de todo lo que llegada desde los Estados Unidos "desde que tenía 18 años", era un erudito en los temas que le interesaban: "Del conflicto vasco era impresionante lo que sabía. Conocía muchísimos datos, compraba libros por Internet que en Madrid ni se vendían, nunca daba nada por supuesto. No descartaba ninguna opinión. Cuando lo conocí, estaba invirtiendo en el Sudeste asiático y me hablaba de cosas que me sonaban a chino", relata Antoni. Y en la música, con el periodista José Vicente Delfa vendiéndole discos de su tienda. Y sobre ropa, o sobre gastronomía.
El genio de Montes
Su genio, esa capacidad de vender espectáculo desde la improvisación, es absolutamente inimitable porque no parte de nada más que de su personalidad. "Le salía natural, de su sangre cubana. Vivía de la improvisación. Las frases que se pensaba más eran las peores. Hay que gente que confundía eso con ser vago, pero no era así", dice su compañero.
Los motes, esos que le hicieron famoso, tenían un curioso proceso: "Él los soltaba en una retransmisión, sin prepararlos. Me miraba a mí, y si me reía, los repetía. Así los iba creando. Ha habido motes que se han perdido por el camino porque a él directamente se le han olvidado", dice Daimiel.
Y para los propios jugadores, de fútbol o baloncesto, lo admiraban. "En un Partido de los Rookies, Marc Jackson [actual jugador del Obradoiro], que había ido a la NBA desde el Lobos, nos señaló antes del salto inicial", dice Daimiel. Era, posiblemente, el momento más importante de su carrera. "Al año siguiente, Gasol hizo lo mismo", añade. La imagen de Montes se hizo habitual para la gente de la NBA. "Como lo veían así vestido, realmente mucha gente no sabía quién era, pero lo saludaban. Hay dos personas que siempre lo hacían: el reverendo Jesse Jackson y Billy Hunter, presidente de la Asociación de Jugadores. Y Montes ahí, que no sabía inglés...", se ríe Antoni.
La verdadera amistad
La mayoría de los amigos de Montes provienen del periodismo (muchos han desfilado por los medios estos días), pero entre los deportistas hizo buenas amistades. Los hermanos Llorente en baloncesto, el defensa del Mallorca Pep Martí o varios jugadores del Depor, sobre todo Manuel Pablo, lo eran.
Pero Daimiel tiene una reflexión que se puede aplicar a mucha gente que se muere: "Cuando pasa esto parece que hay más amigos de los que realmente había. He pensado mucho el juego que habría dado en una mesa de un restaurante comentar con Montes todo lo que está saliendo". Y otra: "Andrés se hubiera llevado un alegrón al ver cómo sus seguidores han ganado por goleada a sus detractores. Él creía que había tantos de unos como de los otros, pero se ha demostrado que eran muchos más los que lo admiraban que los demás", dice Antoni.
Y para acabar, le pedimos a Daimiel que defina a Montes: "Un genio inconsciente de su genialidad", dice. No encontrarán otra definición mejor, porque quien lo dice sabe de lo que habla.

 Este fue el capítulo de Marcatoons que Marca dedicó a la memoria del comentarista, un episodio realmente emotivo:


Y en Marca llegó a tener su espacio El Rincón del Jugón.

Además, aquí podréis consultar el diccionario de todos sus geniales motes e ingeniosas frases : [Link]

Fuente: Marca.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

Porque todos los Jugones sonrien igual!

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